Universidad de Jóvenes Emprendedores y Creativos

‘Millennials’, emprendedores y digitales

123 0 19 enero, 2017
Arantxa Unda, la española ganadora de la categoría Ciencia y Salud de los ’30 menores de 30′ de ‘Forbes’. Sigesa.

Un reconocimiento al ingenio, al valor y a la investigación. La lista 30 menores de 30 europea  elaborada por la revista económica Forbes distingue a 300 jóvenes emprendedores en diez categorías. La publicación incluye a aquellos innovadores con el potencial de convertirse en referentes de una generación en distintos ámbitos, entre ellos tecnología, comunicación, política, arte o finanzas. En el grupo destaca la madrileña Arantxa Unda, que encabeza la lista del los 30 escogidos en la categoría Ciencia y Salud.

Siete de los emprendedores españoles seleccionados por Forbes cuentan la historia de su proyecto.

La mujer sin miedo

No tener miedo a arriesgar. No quedarse sin intentarlo, aunque fracases. Dos frases muy familiares para Arantxa Unda, oídas en su casa siempre. Pronunciadas esta vez por su profesor de proyecto del MBA de Harvard. Un aldabonazo. «En la semana de la graduación rechacé las ofertas de empleo de multinacionales en Estados Unidos y decidí volver a España», recuerda Unda, 29 años. Aparcó una prometedora carrera financiera en Londres y Nueva York, ademas de su currículo con master financiado por la universidad para hacerse cargo de Sigesa, una pyme de tecnología de gestión sanitaria que había fundado su padre. «Realmente me atraía la idea del servicio a la sociedad a través de un área que conozco y que tiene que ver con el bienestar de los ciudadanos». Arantxa es una mujer a quien le gusta introducir en la conversación ese derecho crucial que es el acceso universal a la atención sanitaria y aquel profesor le dijo que apostase por lo que ella creía.

Un año y medio después, Unda encabeza la lista 30 menores de30 europea de Forbes en el apartado de Ciencia y Salud como CEO de la empresa. Al bajar de aquel avión que la devolvió a España en 2015, con un proyecto en el bolsillo y 27 años, recorrió los bancos para conseguir financiación, «me tuvo que acompañar el director financiero, para apoyarme”– y compró un importante paquete de acciones.

Hoy lidera un equipo de 24 personas volcado en la gestión de los valiosos y numerosísimos datos que generan tanto los pacientes como los sistemas de atención sanitaria. «Codificamos esos datos y los estructuramos para poder gestionarlos y analizarlos de forma inteligente». De esa manera sirven a sus 400 clientes, la mayoría en España pero también en Portugal y Latinoamérica. Son consejerías de Sanidad u hospitales, básicamente integrados en el sistema público. Les ayudan a mejorar la calidad de sus servicios ofreciéndoles mecanismos para identificar anomalías, por ejemplo excesivas complicaciones o reingresos hospitalarios. ¿El próximo objetivo de este colectivo inmerso en los últimos meses en el cambio interno y la renovación? «Conseguir cruzar la información económica con la información clínica para ofrecer más herramientas», responde

¿Cómo destacar entre 20.000 aspirantes? «Creo que premian la iniciativa, nosotros nos presentamos», observa la directiva, titulada en ADE internacional, «y un cambio de carrera».

¿Batería baja? Enchufa tu móvil a un tiesto

Javier Rodríguez, Pablo Vidarte y Alexandre Díaz, fundadores de Bioo.
Javier Rodríguez, Pablo Vidarte y Alexandre Díaz, fundadores de Bioo.

Pablo Vidarte, Alexandre Díaz y Javier Rodríguez tienen 20 años. Han entrado en la lista Forbes de emprendedores menores de 30 por ingeniárselas para que un proceso natural, la fotosíntesis, genere electricidad. «Acabamos de cerrar una ronda de financiación de 311.000 euros», explica Alexandre Díaz, uno de los tres socios de Bioo, compañía que estos amigos gestaron comiendo unas pizzas. «Ahora estamos explorando cómo aplicar esta tecnología a otros formatos, como las televisiones o los restaurantes». Por el momento, su producto estrella sigue siendo un tiesto con un puerto USB en forma de roca. Basta con enchufar el smartphone para que los electrones generados en la fotosíntesis sean capturados por el sistema de Bioo y recarguen la batería del terminal.

Forbes menciona a estos emprendedores catalanes en la categoría Industria y, además, en la de proyecto Dorm room, en la que figuran ideas que nacieron con pocos recursos y mucha originalidad (en dormitorios, precisamente, se pergeñaron gigantes como Facebook o Dell). También están entre los premiados más jóvenes. «Eso es a veces un hándicap para buscar inversión, hay que demostrar más que tu proyecto es bueno. Es un reto. Pero tenemos un equipo asesor ‘con mucha cana’ que nos ayuda con las gestiones y el plan de negocio», explica Díaz. Entre otros reconocimientos, Bioo se alzó en el útimo South Summit con el premio a la startup más disruptiva.

Edpuzzle, el YouTube de los profesores

Los cuatro fundadores de Edpuzzle (Santi Herrero, Quim Sabrià, Xavier Vergés y Jordi González).
Los cuatro fundadores de Edpuzzle (Santi Herrero, Quim Sabrià, Xavier Vergés y Jordi González).

Xavi, Jordi, Santi y Quim se conocieron a los tres años en una escuela de Barcelona. Hoy tienen 28 años y son los fundadores de Edpuzzle, ganadora en 2014 del premio a la mejor startup de educación del mundo, el Global Edtech Startups Award. La plataforma, reconocida por Forbes en la categoría Emprendedores Sociales, permite a los docentes crear sus propios vídeos didácticos y pretende convertirse en el YouTube de los profesores. El proyecto nació en 2013 en Silicon Valley, consiguió levantar cuatro millones de dólares en rondas de financiación y la usan nueve millones de estudiantes y profesores de 150 países. En Estados Unidos, su principal mercado, la utilizan una de cada cuatro escuelas y en España, que ocupa la segunda posición, el 2% de los docentes. «Lo más valioso de nuestra herramienta es que permite hacer un seguimiento de la evolución de los alumnos; los profesores saben qué alumnos están entendiendo bien la lección y cuáles están teniendo dificultades», explica Santi Herrero, cofundador de Edpuzzle.

La idea surgió a raíz de la frustración de Quim Sabrià, otro de los fundadores que en ese momento era profesor de matemáticas en un instituto público de Badalona. Su problema era que le costaba encontrar vídeos de calidad en Internet sobre los que montar sus lecciones, así que decidió crear sus propias píldoras. Para ello pidió ayuda a sus tres amigos del colegio, todos ellos ingenieros en telecomunicaciones, y juntos dieron forma a Edpuzzle. Crearon una plataforma que permite hacer búsquedas por temáticas (por ejemplo de sumas y restas) en canales especializados como YouTube, Vimeo o National Geographic, para después editarlos. Los docentes pueden introducir texto, imágenes y voz. La herramienta es gratuita y ya suma más de 2,5 millones de vídeos creados por profesores.

Oscar Pierre es cofundador de Glovo.
Oscar Pierre es cofundador de Glovo.

La app que te trae lo que sea

Glovo empezó ofreciendo un servicio para “pijos”, en palabras del propio Oscar Pierre (Barcelona, 1992), cofundador de la app junto Sacha Michaud. Tras estudiar ingeniería aeroespacial entre la Politécnica de Barcelona y la prestigiosa Georgia Tech (summa cum laude, reza su perfil de LinkedIn), este descendiente de emprendedores catalanes decidió seguir la tradición familiar y dejar Airbus para iniciar su propia aventura. “Siempre he sido muy inquieto. Me fui a Estados Unidos porque allí todo pasa antes. Y veía una clara tendencia a querer conseguir las cosas más y más rápido, sobre todo en las ciudades”. Volvió a Barcelona en 2015, consiguió una inversión inicial de 100.000 euros y así arrancó Glovo, la app que te permite pedir lo que quieras y que se te entregue en no más de una hora. En principio, sí que suena un poco para pijos.

Pero en menos de dos años Glovo ha sabido crecer y evolucionar con Pierre al frente, lo que le ha valido figurar entre los 30 europeos menores de 30 de Forbes en la categoría de comercio electrónico. “Hemos encontrado un servicio que engancha a la gente, a cualquier persona”. Le dieron la vuelta a su modelo y se transformaron en un marketplace, una aplicación de venta online de productos, como JustEat pero con una oferta que va más allá de los envíos de comida preparada y permite hacer pedidos a supermercados, tiendas locales, farmacias o floristerías (y que mantiene el botón mágico para que el usuario pueda seguir pidiendo cualquier cosa). Comenzaron a asociarse con comercios como base de su modelo de negocio, “para no tener que cargarlo todo al cliente, lo que encarecía mucho el precio”, explica Pierre. Un marketplace casi definitivo que ha atraído más de siete millones de euros de inversiones, entre otras de Antai, la firma barcelonesa detrás de Wallapop o Cornerjob. Glovo está presente en Barcelona, Madrid, Sevilla, Valencia, Zaragoza, Málaga, París y Milán. Y su expansión continúa.

Pablo Sánchez Santaeufemia dirige Bridges for Billions.
Pablo Sánchez Santaeufemia dirige Bridges for Billions.

La aceleradora para todos

Una aceleradora de startups no suele seleccionar muchos proyectos para sus programas. Unos 20 o 25 al año (con excepciones como Y Combinator, la referencia en Silicon Valley). Bridge for Billions (B4B) lleva 120 en menos de un año (y el 45% son mujeres, algo totalmente inusual). Sus cursos de tres meses con mentores cuestan unos 340 euros, un precio inimaginable en otros programas. “Además, no pedimos equity, es decir, nuestro modelo de negocio no se basa en coger un 30% de las acciones de los proyectos que apoyamos”, subraya Pablo Sánchez Santauefemia (Madrid, 1989), director de Bridge for Billions y seleccionado por Forbes en la categoría de emprendedores sociales. Pero lo que más diferencia a B4B es que está deslocalizada, lo cual permite dar cobertura a empresas y empresarios en lugares remotos o países con un tejido desprovisto de recursos. La otra diferencia es que en B4B cabe cualquiera. Es la democratización de las aceleradoras.

Sánchez se fue a estudiar a Estados Unidos con solo 16 años. Estudió ingeniería mecánica en Brown y administración e innovación en tecnología e ingeniería en la Carnegie Mellon University. “Entendí que el desarrollo no se consigue desde la ingeniería, sino fomentando emprendimiento en zonas que no tienen acceso a recursos, llevándoles la tecnología necesaria”, relata. Desde verano de 2015 ha investigado y probado los métodos de las aceleradoras para crear B4B con ayuda de Impact Hub Madrid. A los programas de B4B puede entrar cualquiera, y son los mentores (ya son más de 150) los que eligen en qué proyectos se involucran después de que un algoritmo haga recomendaciones en función de elementos como el idioma o el sector empresarial. Como si de Tinder se tratara, si hay match, se inicia la colaboración. “Los emprendedores y los mentores funcionan con una guía clara de desarrollo del proyecto, pensada para fases primerizas, que son las más arriesgadas. Allí obtienen todo lo necesario para poder ir a hablar con los inversores preparados, con recursos y sin miedo”, sentencia Sánchez. El éxito de B4B queda demostrado con un dato simple: Sánchez no es el primero en B4B en las listas de Forbes. Le precede David Asiamah, uno de los emprendedores más prometedores de África en 2016 según la revista. Su empresa, Agro Mindset, creció gracias al programa de B4B.

Los fundadores de Sharge, Elsa Rodríguez, Alex Sicart y Guillermo Andrés.
Los fundadores de Sharge, Elsa Rodríguez, Alex Sicart y Guillermo Andrés.

Un AirBnB de la energía

Alex Sicart (Barcelona, 1999) solo tiene 17 años y ya figura en la lista de jóvenes innovadores europeos de Forbes. Pero con 14 ya salía en la prensa. Aprendió a programar en los albores de la adolescencia, cuando creó junto a un amigo una plataforma para gestionar los deberes de clase. Ahora ha creado junto a David Andrés y Elsa Rodríguez (también de 17 años) Sharge, una idea que se vale de una app y un dispositivo instalado en los cargadores para que cualquier usuario pueda compartir la energía de su coche eléctrico, del mismo modo que AirBnB permite compartir tu casa o Uber tu automóvil.

Para ello han tenido que sortear un pequeño problema: «Compartir energía entre particulares es, a día de hoy, ilegal en España», desvela Sicart. Para evitar las trabas legales han montado su sistema de pagos a través de una moneda ficticia tipo bitcoin. Gracias a la tecnología blockchain garantizan a las eléctricas y a los usuarios la seguridad del proceso de punta a punta y «al ser un sistema basado en una red distribuida que no pertenece a nadie y no está en ningún lugar» sus pagos, imposibles de manipular, no están sujetos a la legislación nacional. Una idea con la que ya colaboran Audi y Endesa y que, vaticina Sicart, «es el futuro. Todos tendremos energía colaborativa en nuestros coches y hogares».

Drones de altos vuelos

Miriam Rueda, cofundadora de Light Energy.
Miriam Rueda, cofundadora de Light Energy.

Los drones cada vez tienen más usos: espías casi indetectables, objetos recreacionales para los que ya se organizan torneos e incluso elementos que han dotado al cine y a la televisión de ángulos difícilmente imaginables. Light Energy es un proyecto de un equipo de investigadores de la Universidad de Valladolid que ha desarrollado una batería a base de hidrógeno para alargar la autonomía de estos robots voladores, idea que les ha valido figurar en la lista Forbes en la categoría de Industria. “Nos han llamado varias empresas del sector y estamos consolidando un prototipo. Y estamos abiertos a nuevas aplicaciones para nuestra tecnología”, explica Miriam Rueda, investigadora de 29 años y coimpulsora del proyecto. Su batería tiene componentes más compactos y ligeros, características que pueden “multiplicar fácilmente por dos la duración de una batería normal de litio”, afirma.

Light Energy parte una investigación del Departamento de Ingeniería Química y Tecnología del Medio Ambiente de la Universidad de Valladolid, del que salieron además dos tesis. La primera financiación que recibió el equipo de Rueda vino de su tutor. Después quedaron segundos en el concurso de la plataforma de emprendedores Yuzz, lo que les valió un viaje a Silicon Valley, y entre los cinco ganadoras del Model2Market 2016, posición que les reportó 10.000 euros. “Todos estos reconocimientos han llegado un poco de repente, pero están suponiendo un empujón a seguir investigando”, señala la investigadora, y termina con una anécdota que reivindica el trabajo grupal: “Somos un equipo de cuatro personas, pero solo yo soy menor de 30 años y por eso he entrado en la lista de Forbes”.

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