Universidad de Jóvenes Emprendedores y Creativos

Tres juguetes digitales tan buenos como los de siempre (y otros tres menos recomendables)

233 0 22 febrero, 2019

En un rincón del cuadrilátero, con siglos de historia y cientos de informes científicos que avalan su importancia en el desarrollo infantil, el juguete de toda la vida espera el comienzo de la contienda. Al otro lado del ring, el juego digital prepara un nuevo intento de hacerse con el trono de los bloques de construcción, los juegos de mesa, las muñecas y la plastilina.

Al aspirante digital no le faltan avales: un informe de la consultora británica Juniper Research estima que las ventas de los juguetes inteligentes en el mundo alcanzarán en el 2020 un valor de 8.4 billones de euros, y la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes calcula que los pequeños, pasan 30 horas semanales delante de las pantallas. Pero el juguete analógico no está solo. La Academia Americana de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) acaba de publicar un informe en el que recomienda poner distancia con los juguetes inteligente, ya que «no proporcionan la interacción con los padres y otros niños, empobrecen el lenguaje, la creatividad y no favorecen el autocontrol».

En medio de la pelea, los padres, enganchados a sus teléfonos móviles, se debaten entre recomendaciones y estudios científicos. Por nada del mundo quieren dejar al niño como el bicho raro de la pandilla, el único sin aparato electrónico, pero tampoco desean vivir con la culpa de estar lobotomizando a su retoño. ¿Cómo elegir la mejor opción? Dejando que el juguete más apto gane el combate.

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2Primer asalto: para el esarrollo cognitivo e intelectual, ¿parchís o Fortnite? Tirar dados, comerse una, sumar 20, multiplicar…. El parchís, como el monopoly, el ábaco y el bingo enseña al niño matemáticas como el que no quiere la cosa, sin que se dé cuenta. También es uno de los juguetes recomendados en el informe de la AAP, y por profesionales como la psicóloga infantojuvenil del Instituto Superior de Estudios Psicológicos Imma Abad. «Los niños están recibiendo una educación en el ocio ligada a un resultado inmediato, no se fomenta inventar y crear para después disfrutar. Los refuerzos que obtienen de los juegos tecnológicos son tan inmediatos que difícilmente van a preferir juegos que impliquen un esfuerzo por su parte. Esto se refleja después en la actitud en otras áreas como la académica!, cuenta la experta. Pero también hay estudios que vinculan el consumo moderado de videojuegos con mejores calificaciones en matemáticas, y algo de fundamento deben tener cuando hay profesores que utilizan videojuegos como el Fortnite para enseñar matemáticas. Muchos educadores advierten de que puede ser adictivo, pero otros, ya que el juego implica calcular probabilidades, ángulos de aproximación para aterrizar y patrones de frecuencia, por ejemplo el neuropsicólogo Álvaro Bilbao, autor del libro El Cerebro del Niño, ponen en cuarentena este tipo de estudios. «La mayoría de los informes que atribuyen ventajas a los videojuegos son aquellos en los que el juego se limita a media hora o 45 minutos al día, como máximo, pues a partir de ahí las desventajas son notorias: menor capacidad del lenguaje, de dibujo, menos autocontrol y concentración. En general, los niños se hacen más propensos a sufrir déficit de atención o depresión infantil», dice el experto. Jugar al parchís no garantiza que el niño termine siendo un gurú de Silicon Valley y, por otra parte, si los padres limitan y controlan el videojuego, la cosa tampoco pinta tan fea para el Fortnite. Y los videojuegos educativos que enseñan a lavarse las manos y hasta a comprender que es una proteína también existen… El asalto termina con empate a puntos.
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3Segundo asalto: para el desarrollo emocional, ¿mascota robótica o peluche? Los peluches decoran el cuarto de los pequeños, pero también les sirven para proyectar sus emociones. Los niños tienen con ellos conversaciones reales que resultan fundamentales para el desarrollo de sus habilidades sociales. Parece que una mascota robotizada poco tiene que hacer ante estos «mejores amigos», pero Borja Templado, uno de los socios de la empresa de extraescolares tecnológicas ROBOTS IN ACTION, no lo tiene tan claro. Templado opina que «desde una perspectiva científica, fomenta el desarrollo en habilidades de investigación y resolución de problemas. Desde una óptica más educativa, podemos decir que el niño obtiene una mayor capacidad creativa y hace un mayor uso del razonamiento lógico y analítico«. Los científicos se toman la compañía robótica muy en serio —aunque nunca vayan a ser capaces de saber qué es llorar de risa con un amigo— y ya están estudiando cómo interaccionan los niños con los robots, con interesantes resultados interesantes. Por ejemplo, han descubierto que las mascotas robóticas producen en los niños respuestas químicas positivas, muy similares a las que provocan los cachorros de carne y hueso. Y cuando el profesor de la Universidad de California Javier Movellan metió un robot de última generación en un aula durante cinco meses, los niños le trataban de forma diferente solo al principio. En las últimas sesiones comenzaron a interactuar con él como un compañero más, no como un juguete. Quizá la emoción y la interactividad son más importantes para los niños que la apariencia humanoide o la inteligencia abstracta. Jugar con robots, lejos de ser una amenaza que llegue para aniquilar al osito de peluche, puede ayudar a completar una formación de manera divertida. Eso sí, estas mascotas robotizadas no son ni tan blanditas ni tan achuchables, un detalle que sigue siendo importante, especialmente para los más pequeños. ¿Otro empate?
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4Tercer asalto: para el desarrollo del lenguaje, ¿bloques de madera o un portátil para bebés? El neuropsicólogo Álvaro Bilbao es tajante: los niños menores de seis años no deberían tener acceso a la tecnología. Todo el mundo entiende que abusar de la tablet a esta temprana edad es pernicioso, pero ¿tampoco pueden jugar con la típica computadora para bebés que solo hace ruiditos y emite luces? «Hay algunos aparatos altamente adictivos, como los smartphones, y otros más inocentes como un muñeco que dice ‘te quiero’ cuando aprietas su brazo. Siempre será mejor uno que no dice nada, que permite al niño decidir el guion. El juguete sencillo que deja abierta la imaginación favorecerá mejor el desarrollo», dice el profesional. (Y un iPad nunca superará a una guitarra). El consejo es aun más importante para los bebés, como demostró un grupo de investogadores de la Universidad de Arizona tras observar a 26 parejas jugando con sus hijos de entre 10 y 16 meses. Los científicos les proporcionaron una computadora portátil para esa edad y juguetes tradicionales como bloques de madera, puzles y algunos libros de cartón. Mientras jugaban, grabaron cómo el lenguaje usado por los padres cambiaba según el tipo de juguete. Las palabras escaseaban cuando era electrónico mientras que la conversación fluía cuando hacían bloques o leían los libros juntos. Partiendo de que a esta edad tan temprana, cuando no tienen ni dos años, los bebés están en la cúspide del aprendizaje —son auténticas esponjas— y que interactuar con sus padres influirá definitivamente en sus futuras habilidades y desarrollo del lenguaje, no queda duda: los padres, a esta temprana edad, son el mejor juguete para el bebé. Este asalto también es para el juguete tradicional.
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5Cuarto asalto: para la creatividad, ¿Kit de robótica para aprender a programar o un maletín de pinturas? El empresario Borja Templado recuerda que la sociedad demanda cada vez más conocimiento tecnológico y recuerda que existen productos que permiten a los niños introducirse en el mundo de la electrónica y la programación: «Los niños más pequeños se encontrarán en un futuro trabajos que hoy en día no existen y la mayoría tendrán relación con la tecnología. Por eso es bueno tener unas bases, ciertos conocimientos mínimos. Además, la programación nos enseña también valores útiles como la organización, la lógica, dividir problemas en miniproblemas para ir solucionarlos de manera más sencilla«, dice. La psicóloga Imma Abad tiene otras prioridades. «En el terreno creativo siempre tendrá más valor un juguete que permita utilizar la imaginación y crear algo sin que el resultado esté dirigido o delimitado. Los niños de hoy parecen haber perdido la costumbre de usar objetos cotidianos, como un pincel, para crear e imaginar mundos de fantasía. Los juguetes excesivamente realistas no permiten desarrollar esa creatividad (que se puede despertar cuando se duerme), por ello es importante que los padres propicien un ambiente donde se despierte la curiosidad del niño por descubrir y crear, ya sea a través de juguetes adecuados para este objetivo, o bien a través del dibujo o los juegos de dramatización», explica. El psicólogo cognitivo francés Stanislas Dehaene comparte esta opinión en el estudio La pluma es más poderosa que el teclado, donde recuerda que la activación neurológica que sucede cuando se escribe o dibuja a mano no sustituye a la de hacerlo con el teclado. Las ceras de colores y los «rotus» de toda la vida pueden apuntarse un nuevo asalto.
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6Quinto asalto: para socializar, ¿Lego o Minecraft? Desde que, en 1932, un danés inventara estos bloques de plástico, todo han sido buenas palabras para el Lego, el juego cognitivo por excelencia, perfecto para crear infinitos mundos compartiendo trabajo de construcción con los amigos. Las largas tardes de juego con padres y hermanos han sido objeto de varios estudios psicológicos, que han demostrado los beneficios del juego para la socialización, especialmente para niños con autismo. Compartir el proyecto implica compartir ciertos valores. «Sin duda el más beneficioso sería el de la cooperación, que permite que el objetivo se cumpla sólo si los jugadores se apoyan y esfuerzan para perseguir el fin común», explica la psicóloga Imma Abad. ¿Podemos trasladar estos valores a Minecraft, su versión digital? Este videojuego de construcción también fomenta el trabajo en equipo, ya que puedes jugar con todos sus amigos online. Borja Templado cuenta que «es una herramienta que potencia la imaginación y la creatividad al igual que el Lego tradicional, con la ventaja de que no estás limitado por la cantidad de piezas que tengas». Y la pedagoga Leticia Garcés, coordinadora de Padres Formados, recuerda que «los juegos digitales sí que favorecen la socialización, aunque no como la conocemos«. Aunque las redes sociales tengan sus peligros, unos adolescentes sentados en un banco, cada uno con su móvil, creando su mundo particular en Minecraft, charlando y riendo, también están socializando, aunque de una manera que no entendemos porque pertenecemos a la generación «pipas», la que se sentaba en un banco con una bolsa a echar unas risas. «No concebimos una socialización diferente a la nuestra, pensamos que porque el móvil está entre ellos les impide comunicarse y queremos cambiar lo que ya es un elemento socializador en sí mismo. Lo importante es aceptar la novedad como parte de unos tiempos nuevos y rescatar las habilidades sociales para el uso de la tecnología, así como el respeto, la comunicación y la asertividad, que también deben manifestarse digitalmente», explica Garcés. Una vez que los padres asumen que no hay nada de malo en la herramienta sino en el uso que se hace de ella, y que la educación emocional de los hijos debe reflejarse también en lo digital, si el niño ha pedido el Minecraft a Papá Noel, ¿por qué no comprárselo?
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7Sexto asalto: para el desarrollo físico y psicomotriz, ¿una bici o un simulador de baile? Los expertos lo llaman exergaming, jugar a videojuegos que requieren una actividad física, y algunos estudios pilotos con adolescentes han demostrado que sí pueden ayudar algo en la lucha contra la obesidad infantil y juvenil. Pero en este asalto, lo digital tiene todas las de perder porque no hay casi nada que pueda vencer al juego al aire libre; ese que implica respirar aire puro, explorar el entorno y correr. El movimiento va a influir en el desarrollo del niño y en su personalidad, ya que la motricidad está estrechamente ligada a las funciones cognitivas. El niño tiene que jugar con juguetes que faciliten ese arrastre, el gateo, el ponerse en pie, y según va cumpliendo años, aquellos como las bicicletas o patinetes, que trabajan la orientación y el equilibrio, se convierten en esenciales. «Aquí es importante diferenciar entre juguete y jugar. Hay juguetes que contribuyen al juego y otros no, pero aportan otras cosas valiosas«, explica la pedagoga Leticia Garcés. Algunos no son demasiado creativos ni tan divertidos como puede ser un simulador de baile, pero al niño le van a aportar algo que va a favorecer su desarrollo integral, que va a estimular sus sentidos (un mordedor cuando son bebés) y el movimiento (como una bicicleta, un patinete, unos patines). Esto no quiere decir que haya juguetes malos y buenos, sino que el uso que les demos debe ser responsable, preguntándonos qué queremos que ese juguete le aporte a nuestro hijo. Y la falta de movimiento de los niños españoles los ha llevado a estar entre los más obesos de Europa. Está claro que es KO para el juguete digital.


https://elpais.com/elpais/2018/12/19/album/1545227301_850049.html?rel=str_articulo#foto_gal_7


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