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Adolescentes desescalando: «Cuando estás con amigos, hay momentos en que te relajas»

82 0 29 mayo, 2020

Llevaban siete semanas desaparecidos de las calles. Encerrados en casa, el tópico les cargaba a los adolescentes confinados con una pesadilla añadida: la de permanecer pegados a sus padres justo en esa edad en la que más se les quiere evitar. Desde hace una semana, el ‘empotramiento’ padres-hijos en la edad del pavo se ha visto aliviado por las salidas pautadas que, sobre todo en la franja horaria de tarde-noche, desafían en no pocas ocasiones la obligatoria distancia social.

Hasta Fernando Simón les ha dado en una de sus comparecencias un tirón de orejas específico tras conocerse algunos comportamientos incívicos, como botellones en Madrid.PUBLICIDAD

En Zaragoza, hay viandantes que señalan en las redes sociales ciertos ‘acercamientos’ por encima de lo deseable, por ejemplo, en la ribera del Ebro.

A pesar de esa evidencia, tanto en el confinamiento como ahora en la desescalada la casuística entre los púberes ha sido casi tan variada como los estados de ánimo por los que pueden llegar a atravesar al cabo del día.

«La adolescencia es un periodo con mucha transformación, en el que lo emocional y lo hormonal dominan muy por encima de lo normal, en el que se necesitan reforzar las relaciones de amistad y se comienzan a establecer vínculos fuera del entorno familiar«, ilustra la psicóloga María González.Más información

‘Tablets’ de salvación

Si bien, padres y expertos subrayan un par de aspectos que caracterizan la vida del adolescente en la pandemia. Por un lado, pese a sus comprobados aspectos negativos y que habitualmente suele ser fuente de discusiones, estar conectado a internet ha funcionado como un elemento apaciguador, que ha venido a reducir el sentimiento de aislamiento social, hasta el punto de que podría hablarse de verdaderas ‘tablets’ de salvación.

Por otro lado, destacan la responsabilidad con que la mayoría de los jóvenes se han enfrentado al embate. Una responsabilidad que, en no pocas ocasiones, se deriva del temor acumulado. La inmensa mayoría de los adolescentes no se ha contagiado del virus, pero muchos sí lo han hecho del miedo. Tienen ganas de salir, pero no tanta prisa como podría suponérseles.

«Estoy de acuerdo en que hay que salir, pero quizá la medida del Gobierno sea poco precavida», reflexiona Adrián Castillo Albuixech, de 16 años. «Antes se veía mucha menos gente en la calle y en el parque, pero ahora están abarrotados Por una parte está bien, hay que salir, pero creo que los horarios deberían esta mejor repartidos«, dice.»Estoy de acuerdo en que hay que salir, pero quizá la medida del Gobierno sea poco precavida». Adrián Castillo Albuixech, 16 años

En términos parecidos se expresa Álvaro Lasarte Gracia, que tiene 18 años. En todos estos días confinado solo ha salido alguna vez a pasear a su perra, Tuca. Cuando, junto al resto de españoles, se metió en casa el pasado 15 de marzo, comenzó un encierro en el que ha tenido tiempo para «hacer cosas que de normal no puedes hacer, como ver películas», pero que ha acabado resultándole «repetitivo».

Álvaro Lasarte, de 18 años, este domingo con su perra, Tuca.

Álvaro Lasarte, de 18 años, este domingo con su perra, Tuca.Álvaro Lasarte.

El alivio de los paseos diarios ha llegado para él justo a tiempo. «Me gusta estar con el ordenador, con mis altavoces, esto me ha pillado con mesa nueva en el cuarto y con toda la tecnología que tenemos ahora no estás solo, con las videollamadas no te sientes separado«, cuenta el chaval.

Pero hay más cosas en la vida que ya le faltaban. Como una novia que, en su caso, vive a solo cinco minutos de su casa.«Ahora nos podemos ver. Ella aún sale poco, con sus padres a dar una vuelta por la mañana, pero algunas tardes quedamos. No vamos de la mano y paseamos por calles donde hay menos gente», relata Álvaro, a quien también le ha ido a ver «un amigo del Actur con el que estuve charlando un rato».»Si yo fuera el Gobierno, no dejaría salir a adultos y jóvenes, porque la gente se pasa». Álvaro Lasarte Gracia, 18 años

Este vecino de la Almozara entiende que el desconfinamiento es complicado: «Si yo fuera el Gobierno, no dejaría salir a adultos y jóvenes, porque la gente se pasa», opina, si bien, a la pa, es comprensivo: «Mira, si eres joven no le das tanta importancia, porque hemos oído y leído que a nosotros nos afecta menos, que en nuestro caso no es tan grave… todo eso influye». Y también aduce como descarga algo profundamente humano: «Es que se te olvida, hay momentos en que estás con los amigos y te relajas». Álvaro distingue grados en los comportamientos y reconoce que entre los de su edad también «hay mucha cabecica hueca…».

«Hay de todo, y también gente se salta directamente las normas», sentencia Adrián. «Yo quedo con amigos, pero intentamos no tener contacto, saludar lo menos posible… Hay que ser consciente de que esto no nos afecta a nosotros, pero sí a otras personas, que esto nos involucra a todos».

«Los adolescente no son tontos, se enteran de todo, son perfectamente conscientes de la alarma social», advierte María González, quien añade: «Sucede también que el tiempo no ha pasado igual de rápido las primeras semanas que las últimas. Muchos chavales se han adaptado ya a esta nueva rutina, se han tomado su día a día de otra forma, de manera que incluso están los que no quieren salir».

Es el caso de Martín Romeo Lázaro, de 14 años. No pisó literalmente la calle desde que entró en vigor el estado de alarma y aun así piensa que es «demasiado pronto para salir». «Se tenía que haber esperado más y no haber aflojado. Si dan carta blanca, los adolescentes, que de normal van a hacer botellón en riberas y parques, ahora lo harán con más razón. Si hemos llegado hasta aquí no pasaba nada por haber hecho un poco más de esfuerzo», argumenta.

Si bien, desde la Policía Local de Zaragoza no reportan, de momento, denuncias o incidentes por culpa de los botellones.

Arantza, su madre, añade que Martín «no sale porque para él no tiene sentido hacerlo para no ver a sus amigos. Se relacionan a través de la Play y de los juegos como el FIFA y el Fornite. Para él es una vía de escape».»Mi hijo no sale porque para él no tiene sentido hacerlo para no ver a sus amigos». Arantza Lázaro, madre de Martín

Para la madre de Adrián, Lara, el confinamiento junto a su hijo ha ido «muy bien», aunque ha ido «de cráneo» para atender a todos. Igual que Arantza, cuenta de Adrián que «ha estado muy conectado con sus amigos por teléfono, la Play o Instagram, hasta el punto de que no echaba de menos volver a clase». Precisamente, el traslado de la actividad escolar a casa ha sido uno de los elementos de fricción: «Ha costado hacerle entender que esto no son unas vacaciones, poner límites, que entre semana, por la mañana hay que estudiar. Lo que más le ha costado es la autodisciplina, ponerse un horario sin ir a clase. Pero es que si es complicado para los adultos…».»Ha costado hacerle entender que esto no son unas vacaciones, poner límites». Lara Albuixech, madre de Adrián

En cuanto a esta nueva etapa, confía en su hijo al que califica de «cabal». «Está al tanto de todo, ha visto hasta pelis como ‘Contagio’, han hecho trabajos en clase, está perfectamente informado. Me parece hasta ridículo decirle a estas alturas ciertas cosas».

María González destaca que «si hay comunicación y diálogo con los padres, la sobrecarga de información y la gestión del miedo se llevan mejor«. «Hay que explicar a los adolescente las cosas, sin mentir». Como dato positivo, la psicóloga cuenta que muchos padres le han contado que estos días han mejorado la relación con sus hijos, que las han potenciado. «Eso igual no quiere decir que cuando esto acabe siga así, pero por lo menos muchos han aprendido con quién pueden contar y a quién pueden realmente decir los problemas cuando algo va mal», confía María González.»Muchos adolescentes han aprendido con quién pueden contar y a quién pueden realmente decir los problemas cuando algo va mal». María González, psicóloga

En cuanto a lo que su hijo hace «de puertas para afuera»: «¡Ay, amiga no lo sé!», admite Lara. «Va a correr él solo y también se junta con colegas; yo me pongo en su piel y sé que igual me abrazaría a ellos. Está mal, sí, pero quizá haya cosas que no podemos cambiar», concluye.

A juicio de Arantza, lo que los chavales hagan en la desescalada «tendrá mucho que ver con lo que escuchan en casa, con la coherencia entre lo que los adultos decimos y hacemos. Eso no quiere decir que las familias de los chicos que hacen botellón sean irresponsables, simplemente que puede influir. Si tu hijo ve que haces la cuarentena, que insistes en las medidas, que te pones la mascarilla…».

Arantza, que además es profesional de la educación, señala por último: «Es importante tener en cuenta también la situación del adolescente en casa. No sale de la misma manera a la calle el que tiene una casa grande con todo tipo de entretenimientos y una buena conexión a Internet que el que no».

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