La semana pasada se celebró en Madrid un congreso de…
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La gran oportunidad para el talento adolescente
2141 0 23 febrero, 2015La semana pasada se celebró en Madrid un congreso de jóvenes talentos llamado Pangea, que nos recordó que la adolescencia es tan importante o más que la infancia.
La semana pasada se celebró en Madrid un congreso de jóvenes talentos. Se reunieron 200 muchachos y muchachas de 65 nacionalidades, con edades comprendidas entre 16 y 24 años, que han destacado por su espíritu innovador y emprendedor. Lo organizó Pangea, la plataforma creada en 2013 por Pablo González Ruiz de la Torre, estudiante de la IE University.
Es la primera red para fomentar el talento joven a nivel mundial, con la que se pretende “dar respuesta al desafío de un mundo que cambia a una velocidad vertiginosa y en el que la actual generación de jóvenes juega cada vez más un papel determinante”. Esta iniciativa coincide con un vigoroso movimiento educativo que quiere llamar la atención sobre la necesidad de fomentar el talento adolescente. Hasta el Banco Mundial señala la urgencia de mejorar la educación secundaria. Aparecen proyectos interesantes como la “educación positiva de los adolescentes”, e instituciones para estudiar el fenómeno como el Carnegie Council on Adolescent Development, el Adolescent Center for Talent Development, y en España el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, para el que nuestro equipo ha elaborado una revisión de los mejores programas de desarrollo del talento adolescente.
Hasta ahora trabajábamos con la idea de que la infancia es la edad de oro del aprendizaje, pero la adolescencia es igualmente importante
Difundir este movimiento es importante, porque seguimos transmitiendo un modelo de adolescencia falso, que considera esa edad como un periodo de transición conflictivo y temible. La adolescencia tiene mala prensa. Abundan libros apocalípticos del estilo de “¡Socorro! ¡Tengo un hijo adolescente!”, “Mi adolescente me vuelve loco”, “Esos adolescentes que nos dan miedo”. Se considera que la crisis es inevitable. Sin embargo, los estudios más solventes nos dicen que las cosas no son así, pero que acabarán por serlo, si lo continuamos repitiendo. Los adultos, perezosos o asustados, estamos provocando el mismo fenómeno que tememos. Lo malo es que con ello debilitamos nuestra capacidad educadora y cerramos las posibilidades vitales de los adolescentes. Como señalan muchos expertos, los estamos infantilizando.
El desconocido mundo adolescente
Las noticias que recibimos de la neurología y de la nueva psicología evolutiva nos exigen ir en otra dirección. Hasta ahora trabajábamos con la idea de que la infancia es la edad de oro del aprendizaje. Ahora sabemos que la adolescencia es la segunda edad de oro. En esta etapa se rediseña por completo el cerebro. Se hace más eficiente, más rápido, más integrado. Es cuando se fortalecen las destrezas, y se instalan las aficiones. Si quieren información más técnica pueden encontrarla aquí.
Por ello, podemos considerarla la etapa de las “grandes posibilidades”, en las que la “inteligencia se transforma en talento”. ¿Por qué digo esto? El talento es la inteligencia en acción: la capacidad de tomar decisiones, proponerse buenas metas, y movilizar la información, gestionar las emociones, y ejercitar las fortalezas de la acción (la tenacidad, el ánimo, la tolerancia al fracaso) necesarias para alcanzarlas. No basta con tener altas capacidades, es preciso “aprender a usarlas bien”. Eso es el talento.
No podemos seguir desaprovechando esta oportunidad. En el Congreso de Pangea intervinieron Alyssa Carson, una adolescente que podría ser la primera persona en la historia que pisará Marte en 2033; Jordan Casey, joven irlandés que con tan solo 14 años es el consejero ejecutivo más joven de Europa con más de tres empresas ya creadas; Mohammed Barry, considerado el joven más influyente de África por la revista Huffington Post; Luis Iván Cuende, reconocido como el mejor hacker Europeo menor de 20 años, o Katia Gómez, una de las emprendedoras sociales más importantes en toda Latinoamérica.
Tenemos miedo a exigirles, a espolearles, a ponerles retos, a confiar en ellos
Hace unas semanas, en el Congreso de Mentes Brillantes, coincidí con Laura Dekker, que a los catorce años decidió dar la vuelta al mundo a vela, en solitario. Podrá decirse que estos son casos excepcionales. Sin duda, pero en El talento de los adolescentes (Ariel) recogí casos admirables y menos espectaculares: adolescentes que han sacado adelante sus familias, que colaboran con ONG, que inician humildes y espléndidos proyectos, que adoptan una actitud activa y creadora ante la realidad. Mientras tanto, a nosotros nos da vergüenza incitar a nuestros adolescentes a la excelencia. Al final, hablamos de ellos con motivo del botellón, de los selfies, del bullying o de las gamberradas. Les estamos intoxicando de comodidad, cuando ellos necesitan que les hablemos de la posibilidad de una vida noble.
Saint Exupéry escribió: “Para que construyan un barco, no basta con ordenárselo, no basta con pagarles. Hay que despertar en ellos la pasión por navegar”. Pues de eso se trata. Me considero defensor de los adolescentes, y me indigna que les empujemos escaleras abajo y luego nos escandalicemos porque se han caído. Una vez más, nuestro país puede quedarse atrasado, quejándonos de lo difícil que es educar a un adolescente. Víctimas del confort que produce la cultura de la queja. Con miedo a exigirles, a espolearles, a ponerles retos, a confiar en ellos. Por ello me parece tan importante difundir el Nuevo paradigma de la adolescencia, dar a conocer los métodos que funcionan. Eso me ha animado a organizar en la Fundación UP un seminario online titulado, “Cómo desarrollar el talento adolescente”. Están ustedes invitados. Pueden inscribirse en este enlace. Si consiguiéramos una masa crítica suficiente, podría cambiar el futuro de nuestra gente joven.
Por: José Antonio Marina.
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